lunes, febrero 27, 2006

TEILHARD DE CHARDIN - P. Ignacio Sánchez ss.cc.

Acercándose a Pierre Teilhard de Chardin.

Una de las cosas que apasionaba a nuestro hermano SSCC Andrés Aninat eran los escritos de Teilhard de Chardin. Asistí a una charla muy resumida en que el Padre nos habló del pensamiento de este personaje, a mí me entusiasmó. Entusiasmo pasajero que se esfumó con el paso del tiempo. Hace dos o tres años que empecé a leer algunos de sus libros; el primero que leí fue “La Milieu Divin”, que me entusiasmó a pesar que para mí, fue un libro difícil de aceptar así no más. En vista de ello acudí al librito de Andrés “El Cristianismo en la óptica de la evolución” y al de otro entusiasta de Chardin, Pedro de la Noi ( personalismo de Teilhard de Chardin de la Editorial del Pacífico S.A., de 1973). Además acudí a Internet para obtener datos de su vida y de sus libros; pero, sobre todo, para saber que decían de él los intelectuales de fines del siglo XX, que quizás la mayoría de nosotros no conocemos porque no hemos llegado a interesarnos mucho por la evolución científica de la inteligencia de la humanidad.

1. Lo primero de este acercamiento es su biografía para así entrar en su vida, en su persona.
Para tener una idea más clara de su persona, veremos lo que piensan de Chardin y sus escritos los intelectuales de nuestro tiempo; los pensadores y científicos de ahora.

Nacido en Sarcenat, cerca de Clermont-Ferrand, Auvergne, Francia, en 1 de Mayo de 1881. Su madre tenía cierto parentesco lejano con Voltaire.

Ingreso a los dieciocho años a la Compañía de Jesús. Ejerció como profesor de física en el colegio de los Jesuitas de El Cairo y luego estudió geología y paleontología en la Sorbona. Se doctoró en ciencias naturales en 1922. Desde 1923 participó en expediciones científicas en China, la India, Birmania, Somalia, etc. Sus descubrimientos en el campo de la paleontología humana le agregaron una magnífica reputación de sabio entre sus colegas. Pasó los últimos años de su vida en Nueva York, como colaborador y asesor de instituciones científicas. Todavía en 1951-3 marcha a África del Sur como coordinador de investigaciones sobre la prehistoria. Murió en Nueva York el 10 de Abril de 1955.
Después de los estudios filosóficos en la Compañía de Jesús. Enseñó física y química en el colegio jesuita de El Cairo. Su afición a la paleontología recibió aprobación oficial cuando los Superiores le animaron a obtener el doctorado (1914) en París. Durante la Primera Guerra Mundial fue movilizado como jefe de camilleros. Entre batalla y batalla compuso "Escritos en tiempo de guerra", una reflexión profunda sobre el dolor físico y espiritual, de las personas y de la humanidad, que suscitó en él una compasión cósmica. En 1923 comenzó sus exploraciones geológicas en China y el resto de Asia, éstas, configuraron el pensamiento al que Teilhard dio expresión en uno de sus libros más famosos: "El Medio Divino".
Atrapado en China durante la Segunda Guerra Mundial (1939-45) escribió "El Fenómeno Humano", que no pudo publicar porque las autoridades eclesiásticas pensaban que contradecía la interpretación ortodoxa del pecado original y la gratuidad de la vida sobrenatural. En medio de esas dificultades los Superiores le mandaron abandonar París donde ejercía altos cargos académicos; una decisión que Teilhard aceptó con profundo espíritu de obediencia. Afincado en Nueva York, donde vivió el resto de su vida, extendió su investigación a África donde estudió el fósil Austrolopithecus.

2. Antes de los intelectuales y sus testimonios creo que es interesante saber que el Papa Juan XXIII fue un gran Telhierdiano. En la alocución de apertura del simposio titulado "Ciencia y Síntesis", organizado por la UNESCO en 1966, René Maheu (1967), director general de este organismo, decía:
La obra de Einstein y la de Teilhard [... ] constituyen sin duda alguna, cada uno a su manera y por su propio esfuerzo, los sistemas de conocimientos más extensos y densos a la vez que se hayan concebido. No basta con constatar que ningún afán de síntesis haya sido tan ambicioso en el campo de la ciencia: sobre todo hay que observar que la síntesis nunca se ha identificado tan consciente y voluntariamente como en la mente de estos dos sabios.
Aquel acontecimiento tenía lugar a los once años de los fallecimientos de ambos, acaecidos con un lapso de ocho días, en abril de 1955. Cuarenta años después, todavía nos preguntamos por qué la tremenda injusticia histórica cometida con "el jesuita prohibido" (G. Vigorelli, 1963). Eso es lo que nos preguntábamos hace ya algún tiempo (en A. de la Herrán Gascón, l993b), y de esta fuente extraemos algunas reflexiones oportunas.
J. Neuvecelle (1984) reconocía que sus escritos: "consiguieron una difusión sorprendente en el país". M. León-Dufour (1969), reflexionando desde un marco de referencia más amplio, opinaba que: "En diez años, ningún pensamiento se ha difundido más hondamente en nuestro tiempo". Pero, a mediados de los años 70, los mismos que le estudiaron desde finales de los 50, fueron testigos de su desaparición total en editoriales y librerías. Al principio, este suceso extrañó, acelerándose reactivamente en unos pocos la inquietud por aquellas genialidades que se quedaban sin infraestructura comercial. Después, con los intereses y los años, Teilhard se diluyó casi definitivamente; aunque, en quienes le conocieron mediante la reflexión de sus obras, jamás dejase de Existir.
Hoy, Teilhard ha entrado en una vía muerta, en un auténtico "coma" histórico. La pretensión de este breve trabajo no sólo es de deseo, sino de contribución (modesta, pero largamente reflexionada) a su salida de este sopor profundo.
Es posible que pronto se vuelva al ser humano, directamente, sin intermediarios, con la inteligencia fresca, humilde y vigorosa, cansada de tanto redil condicionado y tanto filtro sectario. Y es probable que se consiga, porque, hoy más que nunca, lo que destaca es un déficit de misticismo natural, limpio, correctamente entendido. Y, por la misma razón, jamás ha hecho más falta tenerlo y experimentarlo. Quizá, entonces, sea el momento de volver a Teilhard de Chardín, no tanto como etnólogo, filósofo, teólogo o genio... sino, simplemente, como el humanista, y sobre todo como el humanizador. Porque no sólo es obvia que sus cuestiones de fondo siguen vigentes: es que son una clave de futuro de máxima actualidad. Vuelve Teilhard de Chardin, vuelve el hombre. Suscribo ahora lo que ya en los años 60 adelantaba M. Crusafont Pairó (l96Ob), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Comendador de la Orden de Alfonso X el Sabio, al decir:
Como sucede con todos los genios, dejará durante un largo período una estela de disputas y de incomprensiones, para luego imponerse definitivamente no sólo por lo que dijo, sino por la brecha abierta hacía nuevas concepciones filosóficas del fenómeno humano. El P. Teilhard de Chardin realizó una enorme proeza que seguramente no habrá sido valorada en lo que merece.
¿Nos encontraremos ahora en el momento propicio para esa actualización definitiva? la sospecha de partida es la afirmación de su conveniencia. Teilhard es una hipótesis, como el catolicismo, el capitalismo o el marxismo son otras hipótesis. Pero con una diferencia: Teilhard se define, esencialmente, por la complementariedad y la convergencia con todas las demás, sometiéndolas, en todo caso, a una única prueba de validez: el reto de la evolución.
Así como G. W. F. Hegel sacudió los fundamentos de todo el siglo XIX, P. Teilhard de Chardin desató en el XX uno de los más intensos y constructivos desasosiegos intelectuales. B. Towers califica la obra de Teilhard como el mayor logro en razonamiento sintético desde el pensamiento de Aquino. De hecho, es muy probable que, de un modo más o menos manifiesto, Teilhard de Chardin haya sido un agente de cambio principal de quienes, recientemente, han apostado por la necesidad de cambiar las actuales tradiciones y paradigmas y trabajar por 'transformar un mundo en crisis" (G. Müller-Fahrenhoiz, 1996): desde J. Krishnamurti o K.G. Dürckheim a la larga lista de investigadores afines a lo transpersonal (A.H. Maslow, Ch. Tart, S. Grof, K. Witber, J. Rof Carballo ... ), etc. Con todo, el legado de Teilhard ha permanecido tan fértil como desapercibido, dándose la doble paradoja de verse desarrollado por quienes no le suelen citar en sus estudios, y no alcanzan, empero, su grado de profundidad y compleción
3. Colorario: Lo que pienso después de leer estos testimonios:

1.3.1.En primer lugar ha cambiado mi actitud o el miedo que tenía respecto del pensamiento Chardin: Lo que he leído de él ha cambiado mi concepción del Dios Trino y Todopoderoso, del comienzo de la creación, del pecado original, de la existencia de la materia, de lo que ella es en su esencia y de mi manera de entender el cap. I de S. Juan: En el principio existía el verbo .....y él era Dios .....por él fueron hechos todas las cosas ....en él estaba la vida ....etc.

1.3.2.Por todo esto he llegado a pensar que la materia ha existido en Dios, junto a Dios, desde toda eternidad (Los últimos conocimientos científicos que nos han dado los observatorios astronómicos nos han asegurado que el Universo tiene miles de millones de años de existencia)......¿Hasta dónde llegan esos millones? ......para mí, hasta el infinito ......

1.3.3.Como todavía no he leído “todo” Teilhard no se qué piensa él al respecto ¿pensará como yo?....Por eso no me atrevo a decir desde cuando existe la creación para mi.

1.3.4.También se ha reforzado lo que trate de hacer en el Colegio de Alameda: reeducar a los profesores y papás impulsando en ellos su auto evolución, reflexionando su calidad de seres humanos provistos de inteligencia.

ESBOZOS DEL PENSAMIENTO TEILHARDIANO
Reconocido científico (geología y paleontología), pensador original (sintetizó la evolución cósmica y humana), y jesuita de profunda espiritualidad (activa y mística a la vez), Teilhard de Chardin fue objeto de viva controversia. En 1958 el Padre General Janssens tuvo que comunicar a la Compañía de Jesús que un decreto del Santo Oficio mandaba a las congregaciones religiosas retirar las obras de Theilhard de las bibliotecas. Reivindicado después de su muerte, sus obras han sido traducidas a multitud de lenguas, y su pensamiento ha ayudado a muchos a encontrar la fe cristiana.
Teilhard de Chardin abordó uno de los problemas fundamentales del pensamiento occidental del siglo XX: la necesidad de una nueva síntesis armónica de los valores positivos que entrañan la cultura contemporánea y el contenido imperecedero de la tradición cristiana en un nuevo humanismo que reconozca que “en el espíritu humano, como en un fruto único e insustituible, se haya sintetizada toda la vida sublimada –es decir, todo el valor cósmico- de la Tierra” (L’Esprit de la Terre, 1931, p 5. Porque en el hombre, y solamente en el hombre (que sepamos nosotros, al menos), el mundo ha tomado conciencia de sí mismo.

El mayor descubrimiento de la ciencia contemporánea ha sido el del tiempo como elemento constitutivo de todas las cosas. El mundo en que vivimos se nos ofrece, no como una máquina artificialmente engranada, sino como un organismo que se organiza desde dentro, en el que todos los seres van apareciendo gradualmente, como por una especie de proceso de crecimiento. Han desaparecido tanto la concepción mecanicista del mundo como su carácter estático y ahora considera el universo como un gigantesco proceso histórico, como un acontecer evolutivo, en marcha desde hace miles de millones de años y que continúa progresando en un porvenir inconmensurable. “El paso moderno a la idea de evolución consiste esencialmente en la percepción de esta unidad dinámica fundamental” (Du Cosmos á la Cosmogénése, 1951, p.3.


“La cosmogénesis conduce mediante la biogénesis a una neogénesis; la neogénisis en cambio halla su perfección en una cristogénesis”. Esta fórmula expresa la concepción theilhardiana de la evolución del mundo y del espíritu, así como su fe y confianza en su sentido final. Al contrario que la de Nietzsche, la fidelidad a la tierra que Teilhard enseña es una fidelidad a la evolución profunda que se opera en el cosmos, tal y como él la entiende, de un modo optimista: la ascensión hacia el espíritu, la perfección progresiva del mismo mediante el amor y la armonía, un desarrollo colectivo hacia el centro suprapersonal en cuya dirección converge toda la evolución. Como consecuencia de la enormidad del Mundo, el Hombre moderno no puede ya reconocer a Dios como prolongación de cierto progreso o maduración universal (v. L’Incroyance moderne. 1933. p.1-2.

Universalismo y Futurismo (posibilidad del progreso ilimitado) se combinan en la mente moderna con la percepción de un Universo en crecimiento global ( Evolución. Estas dos notas definen una nueva forma de religiosidad. No es que el hombre contemporáneo no sea religioso: “Aunque otra cosa se diga, nuestro siglo es religioso, más religioso probablemente que todos los demás...Únicamente, que no ha encontrado todavía al Dios que pueda adorar” (Carta del 10/Dic./1952). Se podría decir que una forma desconocida de religión está en trance de germinar en el corazón del Hombre moderno, en el surco abierto por la Idea de Evolución....El alma del sentimiento moderno de la vida está centrada enteramente sobre nuestro sentimiento de responsabilidad frente al mundo. Una religión de la tierra y de la responsabilidad frente a la Tierra.

Entre esta religión de la tierra y el cristianismo existe una viva oposición que, a primera vista, parece insalvable. El humanismo que se ha ido desarrollando a partir del Renacimiento, orientado en la confianza en la capacidad del hombre para crear libremente su destino, es de tendencia panteísta, inmanente, organicista, evolutiva..., mientras que la religiosidad cristiana se expresa sobre todo en términos de personalidad, de trascendencia , de relaciones jurídicas y de inmovilismo (v. Quelques réflexions sur la conversión du Monde, 1936, p.3).

Chardin demanda a la teología actual:

a) lealtad ante los resultados y las perspectivas de las ciencias naturales contemporáneas.
b) Confrontación de los dogmas del cristianismo y de las nuevas perspectivas de la ciencia,
c) Reflexión sobre el valor religioso del esfuerzo humano en el dominio temporal.

“La esencia del cristianismo, no es ni más ni menos que la creencia en la unificación del Mundo en Dios por la Encarnación” (Esquisse d’ un Univers personnel, 1936, p 54).
Cristo expresa para T de Chardin (conectando con la concepción scotista y franciscana del misterio de la Encarnación) el Polo superior de humanización y de personalización hacia el que tiende toda la evolución. El fin tanto del orden natural como del sobrenatural.

Existe, por otra parte, el Cristo de la Mística cristiana, Consumador tan apasionadamente descrito por San Pablo. Existe, por otra parte, el polo cósmico postulado por la Ciencia moderna y requerido por nuestro nuevo conocimiento del mundo para cerrar en su cumbre la Evolución en marcha. El pensamiento del padre Teilhard es que entre ambos polos hay correspondencia, paridad y finalmente identidad de fondo: su coincidencia futura, de la que la humanidad adquirirá conciencia y que se consumará en la Parusía.

T de Chardin insistió en los cristianos conceden muy escasa importancia a una doctrina que sin embargo es central en el cristianismo, a saber, la doctrina del retorno glorioso del Cristo al fin de los tiempos (Parusía). “ En este acontecimiento único y supremo , en el que lo Histórico (nos dice la Fe) debe fundirse con lo Trascendente, el misterio de la Encarnación culmina y se afirma con el realismo de una explicación física del Universo” (Tríos coses que je vois, 1948,p.7), Este acontecimiento aliará la Ciencia y la Mística y permitirá a ambas partes obrar una sobre otra, intercambiar sus atributos , llegando Cristo a ser Cósmico y el cosmos cristificado a ser objeto de amor “ (C. Cuénot, Teilhard de Chardin. Les grandes étapes de son évolution, PG. 450, Paris, 1958).
SUGERENCIAS PARA LA EDUCACIÓN SEGÚN EL PENSAMIENTO DE TEILHARD
¿Por qué no llegó mucho más lejos, como cabría esperarse de una personalidad tan válida y creativa? Este "viejo estudiante de la Vida", como se autocalifica, tuvo dos posibles restricciones principales o handicaps en su vida: ser aristócrata y ser sacerdote católico.
A posteriori, y con una cierta perspectiva histórica, todo apunta a que fueron dos techos tremendos con los que convivió toda su vida, sin negarlos en ningún momento. Bajo ambas coexistió con gran humildad, aceptación y autodisciplina, aun a costa de una mayor difusión y universalidad, puesto que fueron en sí mismos, dos parcialidades desde cuya asociación han partido muchas críticas, y cuyo conocimiento ha limitado su divulgación, por el difícilmente evitable prejuicio social arraigado en la identidad grupal.
Dicho de otro modo, cabe sospechar la hipótesis de que, si no hubiese nacido en una familia aristócrata, hubiese calado más, en la medida en que no se le hubiese criticado por ello. Teilhard no quiso romper o criticar el arquetipo jesuítico. Si no hubiese sido jesuita, lo que le obligó siempre a respetar su voto de obediencia a la Iglesia Católica, quizá:
-No hubiese perdido tantas energías en tanto “encaje de bolillos” para no dañar o contradecir a su comunidad religiosa y a su Iglesia, a la que amaba.
-Hubiera publicado en vida, y mucho antes, y habría defendido su ideología abiertamente.
-No habría sido contemplado sesgadamente a posteriori, tanto por los de dentro como por los de fuera de su confesión. En efecto, por un lado, el clero ordinario, que a veces aceptaba con entusiasmo sus premisas, al poco tiempo no podía soportar los efectos ecuménicos aconfesionales que aquellas implicaban, por lo que acababa siendo calificado de peligroso y criticado por los intelectuales afines al sector más reaccionario de la Iglesia. Por otro, los intelectuales independientes le descalificaban a priori por su condición confesional y católica.
Pero también cabe hacer otra lectura: sin la condición religiosa desde la que desarrolló su pensamiento:
-No hubiese tenido un motivo inherente para medrar y dirigirse hacia la totalización y hacia la universalización.
-Sus ideas compondrían un sistema filosófico más, como el de Bergson.
Quizá la Compañía de Jesús, al tiempo que le obstaculizaba, lo promovía y lo potenciaba indirecta o subterráneamente. Como si se tratase de una aplicación del "principio de Arquímedes", posiblemente las actividades encaminadas al silencio exterior se transformaban en un impulso subterráneo, aparentemente inadvertido.
Como tercer handicap de carácter histórico-coyuntural, y mencionándolo aparte de los otros dos, puede considerarse la muerte de Juan XXIII, el Papa teilhardiano; posiblemente, uno de los precursores de la perestroika, iniciada oficialmente por el premio Nóbel de la paz M. Gorvachov.
Como cuarto y quinto condicionantes, hemos de mencionar su lenguaje, frecuentemente asistido por neologismos, y su sistema de pensamiento, intensamente sintético.
Como claves básicas de su pensamiento, pueden destacarse las siguientes:
-Estaba fundamentado, sostenido y adaptado en una considerable inteligencia. En palabras de J. Piveteau (1964), profesor de la Sorbona y presidente de la Academia de Ciencias francesa, P. Teilhard de Chardin fue "una de las mayores inteligencias que haya existido jamás".
-Era considerablemente amplio y dialéctico, probablemente porque su inteligencia fuese de tipo "abstracto o verbal”.
-Sin embargo, Teilhard fue sobre todo investigador científico. Desde este punto de vista y al parecer del historiador A. J. Toynbee (1960), sus aportaciones fueran suficientes como para considerársele un verdadero genio del conocimiento humano.
-A su calificación de científico cabía añadirse la de poeta, creador y gigante de la espiritualidad, tanto como de la inteligencia (A. J. Toynbee, 1960).
-Dentro de su amplitud, buscaba la orientación hacia la complementariedad (sintética, unitiva, no-parcial, no-fragmentaria) entre opuestos tradicionalmente irreconciliables (materia y espíritu, ciencia y espiritualidad, Oriente y Occidente, etc.), no sólo desarrollando contenidos integradores, sino, sobre todo, desde su propio comportamiento. Situaba estas síntesis en movimiento, dentro de un evolucionismo de creciente espiritualización, en torno a Cristo, de todo lo real, en cuyo devenir la totalidad cobraba un espectacular sentido ascendente. El hombre es el protagonista principal de este proceso evolutivo, al ser el más necesitado y el más capaz de hacerlo.
-El proceso de la evolución humana tiene una escala planetaria, universal (y no sólo local, nacional o limitada).
-La función básica del ser humano, nacida de su compromiso con la humanidad no era otra que construir la Tierra.
-La buena realización de esta labor tiene lugar en virtud de un acrecentamiento de la complejidad de la conciencia, a partir del desarrollo de la capacidad de reflexión de la persona sobre sí misma.
-La complejidad y el crecimiento imparable de la conciencia, compatible con el principio físico de la entropía, se caracterizaban por la irreversibilidad, con lo que era la base de una actitud intrínsecamente optimista.
-Tal actitud fundamenta, a su vez, el desarrollo de una correlativa sensación de mayor responsabilización con la existencia. -Sus pensamientos se ahormaban alrededor del eje de la evolución, pero estaban dotados de finalismo, tanto respecto al proceso como a su resultado último; así, el sentido de la evolución es de inevitable mejora, en la medida en que la convergencia de lo humano y de la naturaleza tiene lugar, y tiende a perfeccionarse hasta un clímax previsible ("punto Omega" o Dios o Abbá, que así le llamaba Yeshúa), en el que tendría lugar la divinización y la unidad generalizada de la humanidad.
-Sus razonamientos filosóficos estaban vertebrados por componentes conceptuales cristianos clásicos y por otros originales, procedentes de la reflexión "cristocéntrica" de su experiencia científica y macrofenomenológica.
-Las proposiciones teilhardianas no son el resultado de un frío razonamiento discursivo; más bien son un conjunto de intuiciones geniales, obtenidas como consecuencia de una maduración, de una voluntad, de una experiencia y de una transformación mística continua.
-Jamás desapareció de sus obras filosóficas el rigor lógico propio de su pensamiento científico; más bien, lo complementó con apreciaciones e hipótesis más profundas, integradoras y envolventes de tipo evolucionista, teológico y humanista; no obstante, es preciso distinguir sus producciones filosóficas de las estrictamente científicas, que son la mayoría, aunque se conozcan menos.
Los dos presupuestos que manejaba más frecuentemente Teilhard de Chardin, para una comprensión completa y coherente del fenómeno humano eran, por una parte, la creciente preeminencia del pensamiento en la constitución del universo, y, por otra, la naturaleza orgánica de la sociedad humana.
Para B. Delfgaauw (1966), cuatro son las tesis fundamentales de Teilhard de Chardín:
El cosmos en todos sus aspectos, inclusive la humanidad, debe entenderse única y exclusivamente como evolución permanente en la que cada fase tiene su propio tiempo.
En principio, la materia es materia consciente, pero se requiere una existencia orgánica muy desarrollada para poder atravesar -el umbral más allá del cual puede mostrarse como un consciente.
En la materia opera una doble energía: por una parte, una energía tangencial, que domina a la materia en las conocidas reacciones física químicas de ésta, y, por otra, una energía radical (sic: es "radial"] mediante la cual la materia se constituye en unidades cada vez más y más desarrolladas.
Existe un paralelismo entre complejidad y conciencia.
Su método de razonamiento intentaba identificar y aprehender lo que podría aportarte la observación del fenómeno, en toda su amplitud, profundidad y complejidad. Desde el aprendizaje o el mensaje obtenido globalmente por medio de su observación interior, pretendía desentrañar ese fenómeno. Primero, vivía, experimentaba y entraba en empatía con el fenómeno, para después, una vez vivido, una vez con la impregnación de su esencia y su existencia en su propia conciencia, lo traducía en reflexiones discursivas. En Teilhard, el nous siempre buscó fundirse, transformarse en el fenómeno, para poder observar y experimentar desde su sistema de referencia. Era un místico y un fenomenólogo profundísimo para el que la distancia entre objeto y sujeto era sólo una entelequia. la habilidad de Teilhard para penetrar completamente y en lo más hondo de los fenómenos fundamentadores de lo humano, estaba basada en la lógica intelectual que emanaba de su disciplina ascética y de su contemplación mística. Ello suponía la ardua labor de tener que abrirse para percibir más y más lejos, a la vez que experimentar(se), en lo más íntimo, la completísima coherencia de su asombrosa armonía con norte.
El objeto de su razón podría sintetizarse, como él mismo decía, desde una de sus características frases, con esta sentencia: "sólo el fenómeno, pero todo el fenómeno". "Todo el fenómeno" significaba que su observación y su experiencia también tenían que ser desarrolladas desde el marco de la humanidad y del futuro del hombre. Una vez logrado el objetivo, lo traducía a datos formales que volvía a llenar de contenido en cada una de sus obras. Como las formalidades fenoménicas no eran muchas en cantidad, frecuentemente podían observarse en ellas reiteraciones de esta naturaleza; reiteraciones que, al expresarse con contenidos variados, a pesar de todo no cansaban. Una vez identificado, inquirido y profundizado, articulaba sus observaciones internas al soporte organizador de su conocimiento, que era la idea de la evolución, entendido como el eje permanentemente activador de la lógica de la naturaleza.
Su pensamiento era arriesgado, pero consecuente, porque obedecía a una lógica coherente. Ello implicaba la necesidad objetiva de una cierta validez y fiabilidad en sus resultados. Curiosamente, sir J. S. Huxley (1960), que conociera directamente a Teilhard en París en 1946, siendo presidente de la U.N.E.S.C.O., llegó a "conclusiones muy parecidas”, desde su agnosticismo y su práctica científica como zoólogo, a las de Teilhard, desde su creencia cristiana y su cualificación paleontológica.
Este tipo de coincidencias son relativamente frecuente entre quienes buscan a través de la aventura de la vida y, ocasionalmente, comparan sus conclusiones con las de Teilhard. El tiempo también ha dado buena cuenta de la misma fiabilidad. los adelantos humanos que Teilhard avanzó se vieron ratificados con posterioridad, solamente porque dio buena cuenta de su razón. El profesor recientemente desaparecido J. Raf Carballa (1969) constata un hecho que valida las directrices y conclusiones de su pensamiento: "Algo muy importante que a mí me impresiona en Teilhard es su poder adivinatorio, en este mundo en que vivimos tan acelerado. Inmediatamente después de su muerte se han empezado a realizar cosas que él adivinó".
Lo que para muchos fueron "filosofías” sin soporte -y, por diversos motivos, insoportables-, no fue más que el vislumbramiento y el correspondiente esbozo de los siguientes pasos a seguir por la religión, por la ciencia y por el ser humano en general, porque sabía muy bien qué tenía entre manos, su necesidad y el para qué de su razón de ser. Lamentablemente, tras Teilhard y salvo excepciones, ni la religión, ni la ciencia, ni ninguna forma de expresión del conocimiento humano, ha practicado la coexistencia en unicidad. La "fórmula Teilhard de Chardín" no ha sido explotada aún. Sin embargo, al enlazar el pasado con lo que hoy se ha conseguido, deducimos que el futuro de todas ellas pasa por esa fusión, determinada por una creciente complejidad de la conciencia humana. Y es que, no sólo “lo que se eleva, converge", como decía; es que lo que no ha convergido es porque no se ha elevado todavía.
En sentido estricto, los argumentos de Teilhard no son filosóficos, metafísicos, científicos, teológicos o jesuíticos, aunque sí es preciso reconocer, como sintetiza C. Treamontant (1968), que 'Lo primero en el pensamiento de Teilhard no es la metafísica, sino la ciencia experimental, y la experiencia mística". Se podría decir que se trata de "producto Intelectual, genuino, una nueva alescídt" resultante de la contemplación total del fenómeno humano; porque lo humano abarca tanto lo somático como lo mental y lo espiritual o teonico. Por ello, cualquier valoración realizada a partir de una categoría lógicamente menos compleja, dejaría a la obra teilhardiana prácticamente inabordada e incomprendida, aunque desde su ignorancia pueda afectarla y tíntarta del color que prefiera, a ojos de quienes no han pensado suficientemente.
Por ejemplo, no es exacto que Teilhard haya podido portar una mística incompleta, a que su evolucionismo fuese escasamente científico. Más bien, ocurría que "Revelación interior y experiencia científica estaban singularmente conjuntas en Teilhard"; ésta es, al menos, la opinión de H. de Terra (1967). A Teilhard sólo le podría valorar completamente otro 'Teilhard". Y ese otro nunca lo pretendería descomponer. Entre impropio e Inmoral sería querer hacerlo de alguien que inquiría sobre síntesis como fe ley de complejidad-conciencia o la noción de ultrahumano, o sea, la superrevolución humana en perspectiva, por localización y divinización de lo social. 0 que mostró cómo podrían converger:
-unidad con diversidad: la unión, la verdadera unión, diferencia, no confunde;
-física y mística;
-ciencia y religión:
-materialidad y espiritualidad;
-individuo y humanidad;
-pasado y futuro;
-persona y Dios;
-Oriente y Occidente; evolución interior y progreso, etc.
De las personas que conozco que han comenzado a leer a Teilhard, muchas te han dejado. Pero la mayor parte de quienes han llegado a entrever (con su conciencia) su profundidad y alcance, no han quedado indiferentes. Para algunos, expresado simplemente, “Teilhard es un fío alambicado”. Pero suele serlo más para quienes denotan parcialidad y cerrazón egoísta. Para quienes tienen la mirada puesta en un futuro más humano, con todo lo que ello comporta, les es más sencillo comprenderle. En efecto, no toda persona está realmente en disposición de profundizar en sus líneas, pero no a causa de una falta de capacidad intelectual, sino por las características de su ego. Como, a mi modo de ver, acierta a reflexionar F. Riaza (1967):
En primer lugar, sólo pueden leer comprensiblemente a Teilhard aquellos para quienes su calidad de hombres-sin-más despierta un sentido profundo de comunidad con la humanidad. Quienes se definen a sí mismos exclusivamente como obreros, o como españoles, o como católicos y vean en estos nombres ante todo etiquetas de separación y de aislamiento frente a los otros hombres, los que se juzgen a sí mismos separados de los demás por muros infranqueables de privilegios o por compartimentos estancos, éstos no verán en Teilhard más que un soñador iluso y falto de "realismo' un "intelectual' que no ha experimentado en carne propia la dureza y ¿ maldad de los hombres?. Para poder escucharle hace falta un mínimo de confianza, de simpatía o de esperanza.
Poquísimos profesores y pedagogos se han percatado de la capacidad educativa de la obra de Teilhard de Chardin. Esto es lógico, al menos a causa de dos haces de razones: de una parte las personales, que aludirían al hecho de que los más veteranos y cultos le ignoren, y que a casi nadie de la última generación le suene siquiera; en segundo término, las razones epistemológicas, relativas a que a Teilhard de Chardin no se le incluya tradicionalmente dentro del haz de los teóricos de la educación. Sin embargo, como decía sir A. J. Toynbee, Teilhard fue "Un gran hombre de ciencia y una gran alma. Su trabajo da a nuestra generación la amplia visión que necesita perentoriamente". Y es cierto que alcanzó de pleno a su generación, Quizá, por ello, pueda ser válido suponer que lo que fue increíblemente positivo para una, lo pueda ser, mutatís mutandis, para sus descendientes sobre todo, cuando se trata de cuestiones relativas a la humanidad. Probablemente sea susceptible de transferencia al momento presente la mayor parte de su obra, porque, como sucede con las producciones místicas, no está determinada por la circunstancia, ni condicionada por la temporalidad.
Pero hay algo más. Teilhard de Chardin fue un meditador de la maduración interior de la condición del ser humano, individual y colectivamente entendido. Y confió expresamente en la educación como el único procedimiento social de evolución humana. Por conjugar educación y evolución, fue algo más que un filósofo de la educación.
Por desgracia, los cuestionarios ministeriales, la formación del profesorado, la investigación pedagógica, la enseñanza en general, las administraciones educativas, las editoriales de textos escolares y profesionales, etc. no parecen estar interesadas en la evolución, como en la curación, la corrección, la prevención, la normalización, la integración o la mejora hacia la adaptación y el desarrollo social.
Un aporte teilhardiano (inspirado en su obra) cubriría entre otras las siguientes pautas fundamentales:
-Consideración permanente del concepto y el fenómeno de la humanidad, dentro de las reformas educativas parciales de cada sistema.
-Conceptuación de la vida humana como un fenómeno incluido en una escuela (el mundo) susceptible, por tanto, de un "proyecto de centro", de unos "objetivos generales de cada etapa de formación", de una "metodología" (globalmente entendida), de unos "criterios de evaluación periódica", de unos "contenidos mínimos" que, desde el marco del centro educativo, han de atenderse, etc.
-Trabajo de los diferentes sistemas y subsistemas educativos (administración, centro, aula), tomando como fuente de criterio preferente esa dimensión, sobre otras pretensiones menores.
-Conceptuación de la educación como fuente institucional cuyo fin último es la evolución humana, y cuyos fines de proceso para ir lográndola sean la convergencia y. la unidad del hombre.
-Atención administrativa, en todos sus niveles: local, autonómico, nacional, internacional y mundial a aquellos sistemas sociales, cuyas pretensiones y logros no sean parciales y egocéntricos, o sea, que coloquen sus intereses y sus realizaciones más allá del propio progreso, del propio "ismo, para favorecer la dinámica de convergencia y cooperación universal, en la tarea conjunta de la humanización de la vida.
-Favorecer la occidentalización del pensamiento y la vida oriental, y la orientalización del pensamiento y el modo de vida occidental. Aprender a interpretar y a comprender la parcialidad definitorio de los "lsmos", así como el modo de superarla (totalizaría), por, desidentificación y convergencia.
-investigación en el aula, a todos los niveles, hacia la búsqueda del compromiso humano con el quehacer ordinario o extraordinario de cada persona. Inclusión en todas las enseñanzas superiores de una parte específicamente destinada a la promoción de la condición humana, más allá de la cualificación humana.
-Desarrollo de didácticas fundamentadas en la idea de "ser más", en lugar del exclusivo "bienestar" a que, en última instancia, se conduce a los educando. -Hincapié en la responsabilidad inherente al hecho de existir, y del derecho deber de trascender positivamente, en un marco funcional de posible evolución humana, por medio de toda conducta (especialmente del trabajo y del esfuerzo conjunto).
-Aprender a sufrir: toda negatividad tiende a transformarse en positividad. -Aprender a amar, y a contribuir al proceso creciente de “amorización” de la humanidad.
-Comprender el significado esencial de toda conducta: nada de lo realizado se pierde, todo permanece registrado en la noosfera, para su posterior adaptación noogenética; las ideas se aprovechan cuando ésta se encuentra maduratívamente preparada para asimilarlas; (entonces, no tiene sentido apresurar el progreso por encima del ritmo natural de la evolución, que le envuelve).
-Aprender a perder el miedo a la muerte, por su significado en el marco dinámico de la evolución; cada muerte es un paso hacia la noosferízación. Cultivar la autoconciencia de ser en evolución. Cultivar la autoconciencia de ser hijo de Dios, sin ser algo aparte de Dios. Cultivar el sentimiento y la experiencia de universalidad, y el optimismo y entusiasma por la existencia, que de ello espontáneamente se deriva. Cultivar la religión como vivencia mística personal, íntima y no será egoísta, no como fórmula exógena y textual.
-Formación profunda de los profesores, hacia la enseñanza de todo lo anterior, siempre y cuando lo hayan experimentado y sea una consecuencia de su madurez.
-Formación profunda de los profesores, no sólo hacia la reflexión de su conducta, sus intervenciones, sus tomas de decisiones, etc.; sino, sobre todo, hacía la autocrítica, la meditación y el aumento del nivel de complejidad de su conciencia, para desembocar en una mayor evolución personal, capacidad de penetración cognitiva y equilibrio personal.
El mundo necesita una filosofía de la educación y unos fundamentos para la formación didáctica de los profesores, capaces de justificar una didáctica nueva, no parcial, insesgada, limpia y totalizada, ejercida por un profesorado más maduro, más asceta y mucho más profundo (verdaderos maestros) que, por estar capacitado para serlo, sea más dueño de su escuela que en la actualidad (A. de la Herrán Gascón, 1993). Sólo por medio de la educación puede mejorarse la humanidad, paulatinamente, por dos razones a priori:
-la mayoría de los problemas humanos tienen una raíz educativa; es lógico, pues, que la institución de la educación sea la encargada de protagonizar el proceso de cambio profundo.
-La institución educativa es la que dispone de mayores garantías de no parcialidad o menos sesgo -o debería serio-, para poder concentrarse en el trabajo para todos, más allá de los intereses de lo entendido como propio.
Una escuela motivada por la necesidad de promover la capacidad de evolución de cada ser humano desde que es pequeño, podría ser la inyección de estimulante orientación que el ser humano necesita hoy, para poder acceder a una bondad abierta y a una mentalidad y un sentir verdaderamente universales. La veta, el crisol de conocimientos podría partir de Teilhard de Chardin.
Tres referencias, a modo de síntesis:
-De M. león-Dufour (1969): "la obra del Padre. Teilhard de Chardin es un rayo de luz proyectado sobre la historia universal, y merece que toda “persona honrada” le dedique una lectura y una reflexión personal". -De F. Riaza (1967):
A Teilhard le entenderán los hombres que se parecen a él en su confianza humana. Él ha reconocido que el deseo colectivo de superación “quizá no está plenamente despierto todavía en el alma de nuestro tiempo”, porque "ciertas evidencias, ciertas aspiraciones no aparecen sino con la edad, con una edad a la que la humanidad no ha llegado todavía.
-De M. Crusafont Pairó (1984): "¿Que la Humanidad no está madura para saber “interpretarlo”? Peor para ella. (... pero esto es precisamente lo que el mismo P. Teilhard reconoce. la Humanidad está aún “verde” para determinados éxtasis).
En este tiempo espacio, el atrio del siglo que iniciamos, nos encontramos sumidos en un proceso crítico de evolución humana, en que una nueva educación es una exigencia ineludible. ¿Repensar a Teilhard? Quizá sea demasiado tarde, quizá sea demasiado pronto o, quizá, el mejor de los momentos.

ALGUNAS REFLEXIONES DE TEILHARD DE CHARDIN:

Mundo. “Así, artistas, obreros, sabios, cualquiera que sea nuestra función humana, podemos, si somos cristianos, precipitarnos hacia una salida abierta a la suprema perfección de nuestros seres”
(Le Milieu Divin, Oevres , t. Vp. 40).

“Adorar, antes, era preferir más a Dios que a las cosas, refiriéndose a Él y sacrificándolas a Él. Adorar, ahora, es consagrarse en cuerpo y alma al acto creador, adhiriéndose a Él para perfeccionar el Mundo mediante el esfuerzo y la investigación”.

“Amar al prójimo, antes, era no hacerle daño y curar sus heridas. La caridad, en lo sucesivo, sin dejar de ser compasiva, se consumará en la vida entregada para el avance común”.

“Ser puro, antes, era principalmente abstenerse, guardarse de manchas. La castidad, mañana, se llamará sobren todo sublimación de los poderes de la carne y de toda pasión”.

“Ser desprendido, antes, era no interesarse por las cosas y no tomar de ellas sino lo menos posible. Ser desprendido, ahora, será, cada vez más, superar sucesivamente toda verdad y toda belleza, precisamente por la fuerza del amor que se les profesa”.

“Ser resignado, antes, podía significar aceptación pasiva de las condiciones presentes del Universo. Ser resignado, ahora, no le estará ya permitido más que al luchador desfalleciente entre los brazos del Ángel”.


HIMNO A LA MATERIA

Bendita seas tú, áspera Materia, gleba estéril, dura roca, tú que no cedes más que a la violencia y nos obligas a trabajar si queremos comer.

Bendita seas, peligrosa Materia, mar violento, indomable pasión, tú que nos devoras si no te encadenamos.

Bendita seas, poderosa Materia, evolución irresistible, realidad siempre naciente, tú que haces estallar en cada momento nuestros esquemas y nos obligas a buscar cada vez más lejos la verdad.

Bendita seas, universal Materia, duración sin límites, éter sin orillas, triple abismo de las estrellas, de los átomos y de las generaciones, tú que desbordas y disuelves nuestras estrechas medidas y nos revelas las dimensiones de Dios.

Bendita seas, Materia mortal, tú que, disociándote un día en nosotros, nos introducirás, por fuerza, en el corazón mismo de lo que es.

Sin ti, Materia, sin tus ataques, sin tus arranques, viviríamos inertes, estancados, pueriles, ignorantes de nosotros mismo y de Dios. Tú que castigas y que curas, tú que resistes y que cedes, tú que trastruecas y que construyes, tú que encadenas y que liberas, savia de nuestras almas, mano de Dios, carne de Cristo, Materia, yo te bendigo.Yo te bendigo, Materia, y te saludo, no como te describen, reducida o desfigurada, los pontífices de la ciencia y los predicadores de la virtud, un amasijo, dicen de fuerzas brutales o de bajos apetitos, sino como te me apareces hoy, en tu totalidad y tu verdad.Te saludo, inagotable capacidad de ser y de transformación en donde germina y crece la sustancia elegida.

Te saludo, potencia universal de acercamiento y de unión mediante la cual se entrelaza la muchedumbre de las monadas y en la que todas convergen en el camino del Espíritu.
Te saludo, fuente armoniosa de las almas, cristal límpido de donde ha surgido la nueva Jerusalén.
Te saludo, medio divino, cargado de poder creador, océano agitado por el Espíritu, arcilla amasada y animada por el Verbo encarnado.

Tú, Materia, reinas en las serenas alturas en las que los santos se imaginan haberte dejado a un lado; carne tan transparente y tan móvil que ya no te distinguimos de un espíritu.
¡Arrebátanos, OH, Materia, allá arriba, mediante el esfuerzo, la separación y la muerte; arrebátame allí en donde al fin sea posible abrazar castamente al Universo.


TEILHARD DE CHARDIN Y EL HOMBRE
(Mariano García Cartagena )
Índice
Introducción.-
I.- Espíritu científico
1.- Visión Sintética. Fenomenología Científica 2.- El Pasado 3.- La Evolución
II.- Influencias ideológicas
1.- La Paleontología 2.- La Unidad del Hombre: Bernard, Le Roy, Carrel 3.- Formación Escolástica 4,- Bergson
III.- Aspecto biológico del Hombre
1.- Los grados de Organización. Ley de Complejidad. 2.- La Evolución Biológica. Ley de Cefalización. La rama Mamífera. La Adaptación 3.- Aparición del Hombre. Características de los Primates. Su Evolución desde el Terciario.
IV.- Aspecto psicológico.
1. El Pensamiento. 2. El desarrollo psíquico. La Evolución continúa. La Población. La Civilización. 3. La convergencia de la Noosfera. La multiplicidad del Hombre. La nueva Era. La Ciencia.
V.- Aspecto sobrenatural
1.- Al Amor 2.- El Punto Omega. Características. 3.- Libertad, Moral, Pecado.
Conclusión
Notas sobre Vocabulario
Introducción
Pierre Teilhard de Chardin, fue un pensador francés de la primera mitad de nuestro siglo. Y digo “pensador” porque las características de su obra no se ajustan a determinada especialidad intelectual.
Pocos pensadores han sido tan incomprendidos; no porque su obra carezca de claridad, sino porque su punto de vista es tan nuevo y poco habitual que choca con la sistemática tradicional, y no se sabe dónde situarlo.
Yo voy a tratarlo como científico, ya que su base es el estudio de los hechos; él mismo afirma situarse en ese plano, aunque luego llegue a conclusiones metafísicas. Nos dice que busca “sólo el fenómeno; pero también, todo el fenómeno”.
Teilhard es paleontólogo, Profesor de Geología del Instituto Católico de París, y realizador de descubrimientos notables sobre los antecedentes del Hombre, como el Sinanthropus Pekinensis, que le dio renombre en las esferas científicas, realizando para ello numerosas expediciones al lejano Oriente -China, Mongolia, Java, Birmania.
Es, además, jesuita, y necesita armonizar la verdad que le brinda la Ciencia con la del Dogma. Fueron las posibles contradicciones en esa armonía lo que hizo que, al morir, en 1955, aún no hubiera sido publicada ninguna de sus obras; ese mismo año aparecía “El Fenómeno Humano”, escrito en 1940.
I.- Espíritu científico
1.- Visión sintética. Fenomenología científica.
¿Cómo enfoca Teilhard su investigación?
Como científico, primeramente analiza los hechos, los fenómenos. “No soy un filósofo ni un teólogo, sino un observador del "fenómeno", un físico en el antiguo sentido griego”.
Pero, por otra parte, Teilhard es consciente de que, en su evolución, las ciencias del mundo y del Hombre toman cada una un camino independiente; no se contentan con distinguir partes -recurso metodológico-, sino que las separan; las diversas facetas del Hombre se ignoran entre sí, olvidando que no son sino partes de un mismo todo, con sus relaciones mutuas. 'Se apasionan tanto por los ladrillos, que olvidan completamente el edificio que esos ladrillos constituyen'.
Visto esto, Teilhard quiere unir e integrar esos hechos en un todo, observando la función que tiene y el lugar que ocupa cada uno de ellos, así como las leyes que los explican científicamente. A su método llama Teilhard 'fenomenología científica´, la reflexión de un científico que quiere permanecer en el terreno de la Ciencia.
Esta es pues, la primera característica de su método: La síntesis.
2.- El pasado
Pero una parte del fenómeno es el Pasado. ¿De dónde salió cada cosa? ¿Cómo empezó a organizarse cada ser?
Una síntesis completa debe tener también en cuenta la dimensión tiempo. Es a través del pasado como las cosas han llegado a su estado actual. ¿Cómo menospreciar esta faceta?
En uno de sus ensayos, Teilhard nos dice: 'Durante mucho tiempo, el Pasado pudo parecer a los hombres una región definitivamente desaparecida del Universo ... Mas he aquí que, poco a poco, gracias a la Geología, se ha elaborado un método científico, que permite descubrir y analizar, en lo que es, las huellas de lo que ha sido'.
Aquí, nos recuerda que el pasado no se ha desvanecido, sino que subsiste; algo así como el recuerdo de un viaje, cuyas imágenes hemos dejado atrás en el tiempo, pero siguen existiendo en la memoria.
3.- La Evolución
Esta Historia, este Pasado, en que Teilhard se detiene primeramente al estudiar al Hombre, supone una evolución, una transformación.
La Evolución no crea; sólo adapta. Algo semejante hace un escultor, que no crea el material, pero le añade una figura determinada.
Teilhard observa cómo, a través del tiempo, los seres adquieren una mayor organización, una mayor adaptación al ambiente; observa cómo la Evolución biológica realiza una mayor perfección de las funciones vitales. Gracias a esto, su idea de la Evolución desemboca en dos características principales:
a) No es una Evolución metafísica, como la dialéctica de Hegel, sino una Evolución observada en lo real, representando esa dimensión, igualmente real, que es el Tiempo.
b) Es una Evolución con un sentido determinado. No como la 'Evolución Creadora' de Bergson, en la que el Cosmos se manifiesta como una irradiación divergente a partir de un foco; para Teilhard, sin embargo, la Evolución es una confluencia de los seres, en un punto que llama ´Punto Omega'.
II.- Influencias ideológicas
Aunque Teilhard fue original en su teoría, es innegable que hubo ciertas influencias que condicionaron su obra.
1.- La Paleontología.
En primer lugar, su contacto con al Paleontología, y sus propios viajes e investigaciones, le guían a considerar el mundo como una Evolución, el punto de vista propio de un biólogo -aunque los haya fixistas- y en especial de un paleontólogo, que no estudia sino una transformación: la que está en la frontera del Hombre.
Pero lo que contribuyó a abrir sus ojos a la Evolución fue la filosofía de Bergson. 'Recuerdo -nos dice- haber leído ávidamente en aquel tiempo "L'Evolution Créatrice" ... Advierto claramente que el efecto que aquellas páginas ardientes ejercían en mí no hizo sino atizar un fuego que devoraba ya mi corazón y mi espíritu'.
Ya he señalado sus dos características -realismo y convergencia-, así como las diferencias con los grandes sistemas dialécticos, que suponen un paso absurdo del Hombre sobre la Tierra, al contrario de la Evolución de Teilhard, que, a semejanza de Bergson, presenta el Cosmos en una génesis constante, incluso durante el paso del Hombre.
2.- La unidad del Hombre.
Es, a la vez, patente la gran influencia del gran fisiólogo Claude Bernard, que fue el primero en bosquejar una síntesis del Hombre, defendiendo que sus partes se interrelacionaban por el medio interno; así como de Alexis Carrel, que en su libro ´La Incógnita del Hombre´ nos habla de la necesidad de esa unificación de las ciencias humanas.
Igualmente, Edouard Le Roy, discípulo de Bergson y sucesor suyo en el Colegio de Francia. Era gran amigo de Teilhard, y además de algunos consejos específicos, le difundió la idea de síntesis que el pretendía entre Filosofía, Ciencia y Religión.
3.- Formación escolástica.
Su formación de jesuita, dentro de los cánones escolásticos, fue también fundamental: La noción de Cuerpo Místico y la historia bíblica de la creación se reflejan netamente en su obra.
Pero, sin embargo, la Iglesia estaba entonces cerrada a las innovaciones. La reciente condena del Modernismo -1.908-, hacía difícil una apertura a la Ciencia. 'Durante largo tiempo, los teólogos habían creído que el fixismo era necesario a la fe cristiana y que estaba enseñado por la Biblia. En realidad, lo que hacía creer que la Biblia era fixista, era una mala interpretación del género literario del Génesis'.
Teilhard, como hemos visto, pasa pronto al transformismo.
4.- Bergson.
Y, por fin, la influencia más trascendental, que ya ha sido nombrada indirectamente, la recibe de Henry Bergson. Fueron principalmente dos de sus libros los que hicieron mella en Teilhard: ´L'Evolution Créatrice´ y ´Les deux sources de la Morale et de la Religion´. Él mismo reconoce su influencia, y compara frecuentemente sus teorías con las de Bergson.
Incorpora Teilhard numerosos elementos de su pensamiento; principalmente, el ya citado de la Evolución, y el sobresaliente papel de la ´Durée´ (Duración), que, como Bergson, no identifica con Tiempo.
III.- Aspecto biológico del hombre
Y ahora, preparados para entrar de lleno en la obra de Teilhard.
1.- Los grados de organización.
Para situarse en el Hombre, Teilhard se remonta, como dije antes, a los primeros principios: las partículas atómicas.
Observémoslas: protones, electrones, neutrones, ... y otros de menor importancia. Estos corpúsculos se encuentran formando los átomos. Pero un átomo, no es un montón de corpúsculos, tan sólo; es algo más: es un grupo de ellos ORGANIZADO. Recordemos las primeras teorías a este respecto, de Rutherford, Böhr, y especialmente la actual Física atómica; ellas nos muestran la complejidad de su organización.
Sigamos ascendiendo: Los átomos se organizan, dando moléculas. Una vez más, es la organización lo que determina que existan moléculas. Y también las propiedades difieren según la organización, como en el caso de los isómeros en compuestos del carbono.
Las moléculas, a su vez, se agrupan; y se agrupan de dos maneras diferentes:
Primero, por cristalización. Un ejemplo corriente - corrientísimo- son los cristales de sal común. Teniendo en cuenta las infinitesimales dimensiones de un átomo, un cristal supone una gigantesca agrupación. Pero sigue siendo ClNa, con propiedades de ClNa.
En la polimerización, sin embargo, las cosas son diferentes. En el caucho, por ejemplo, nadie negará que las propiedades del isopreno, su constituyente, que es líquido, incoloro, movible, con todas las características de los hidrocarburos dienos, son diferentes de las del caucho. Teilhard nos llama la atención sobre un punto: 'En al caso de agregación o de cristalización, el conjunto, por naturaleza, permanece constantemente inacabado exteriormente. Un nuevo aporte de materia es siempre posible. En un astro, o en un cristal, ... hay tan sólo un sistema accidentalmente delimitado. En la combinación, al contrario, aparece un tipo nuevo de grupo estructuralmente acabado en sí mismo a cada instante'. Es ya un ser nuevo.
Resumamos, pues, estos primeros escalones:
a) En la materia encontramos diversos estratos: átomos, moléculas, polímeros.
b) La materia, por naturaleza, se organiza; y sólo al organizarse alcanza un estrato superior.
c) Las cualidades de la materia son mayores cuento mayor es la organización. Según esto, Teilhard enuncia su 'Ley de Complejidad creciente': Un ser es más perfecto cuanto mayor es su organización, o sea, las relaciones entre sus componentes.
¿Qué pasa cuando los polímeros se organizan?
Vamos a hacer un ligero estudio de este punto.
a) Las únicas organizaciones de polímeros que se conocen son las células más elementales: Los virus.
b) La síntesis de la Urea, en 1.928 por Friederich Wöhler, prueba que los componentes de la materia 'inerte' son los mismos que los de la materia viva.
c) No se ha descubierto ninguna forma nueva de energía, esa posible 'energía vital´ que animaría la materia.
¿No parece lógico, llegados a este punto, admitir la vida como un nuevo resultado de la complejificación?
d) Pero la prueba más significativa la tenemos en el experimento realizado el pasado año en la Universidad de Cornell: El profesor Steward consigue esbozar la síntesis de la vida, dentro de un tubo de ensayo.
Y, así, ya hemos llegado a este nuevo estrato de la Evolución Cósmica: La Vida.
2.- La Evolución Biológica.
Nos encontramos ante los primeros seres vivos: los unicelulares. Los más antiguos debieron formarse poco después de la solidificación de la corteza de la Tierra, cuando empezaban a emerger los continentes y aún eran cálidas las aguas de los océanos.
´Los seres vivos de la tierra no parecen haber sido tomados ni reunidos al azar ... Se debe, más bien, a una misteriosa selección. Los biólogos lo han hecho notar: dentro del grupo químico al que pertenecen, las moléculas incorporadas a la materia animada son todas asimétricas de la misma manera: es decir, si un haz de luz polarizada las atraviesa, hacen girar el plano de este haz en un mismo sentido: son todas dextrógiras o todas levógiras, según los casos'.
Ley de Cefalización.
Conforme íbamos ascendiendo por átomos, moléculas, polímeros y virus, la organización se apreciaba progresivamente mayor.
En los seres vivos, la organización es tan compleja que parece requerir una parte para dedicarse exclusivamente a esta misión.
En los vegetales y en los animales inferiores, de organización aun rudimentaria, bastan unos biocatalizadores para interrelacionar sus funciones. Pero llegados a mayor complejidad, los seres ingenian -encuentran- un nuevo método: el tejido nervioso.
Teilhard se ha guiado hasta llegar a la Vida por la 'Ley de complejidad'. Y ya, al traspasar el umbral, su hilo conductor es, como acabamos de ver, la 'Ley de cefalización'.
Marcado ya el camino de la Evolución, vamos a continuar nuestra marcha a través de los seres pluricelulares.
Dejando a un lado los vegetales, que no presentan ningún centro organizador, por lo que se estado de evolución es poco avanzado, encontramos dos ramas principales en el árbol de la Vida: La de los artrópodos, primero, con esqueleto externo, y con un sistema nervioso a base de ganglios, muy perfeccionado. Pero su escaso volumen no parece permitir una gran flexibilidad en las conductas. Y, por otra parte, su cubierta exterior, rígida, no les permite un gran desarrollo. Por estas causas, a pesar de haber conseguido una fabulosa adaptación a todos los diferentes ambientes, no han llegado a superar su estado de Evolución.
Resta, por tanto, la segunda rama, la que culmina con los cordados, con esqueleto interno. 'En ellos, el sistema nervioso va sucesivamente desarrollándose y concentrándose'.
La ´Ley de cefalización' nos permite establecer una jerarquía. En los protocordados, peces, anfibios, reptiles, aves, se observa un progresivo desarrollo del cerebro, el órgano unificador del sistema nervioso; y encima de todos ellos, la rama Mamífera.
La rama Mamífera.
¿Han tenido los mamíferos un origen único?
Parece ser que sí. 'En seguida, los zoólogos han notado que, en todas las formas que los componen, los dientes molares consisten esencialmente en tres tubérculos, encajándose de una mandíbula a la otra de arriba abajo' . 'Además, tienen todos siete vértebras cervicales, sea cual fuere la longitud de su cuello'
La adaptación.
Fijemos la atención en un detalle de la Evolución biológica: la especialización.
En el curso de esta Evolución, los seres buscan la forma de vida que les permite adaptarse mejor al ambiente. Así, entre los mamíferos los encontramos herbívoros, que adaptan su dentadura y su aparato digestivo a esa forma de nutrición, y las extremidades y las defensas a ese tipo de subsistencia; los carnívoros, con adaptaciones diferentes -dientes, garras, visión, ... - . Y así, el resto de animales y vegetales -entre estos hay que destacar, por su vistosidad como ejemplo, a los cactus, adaptados a ambientes secos en extremo-.
Esa adaptación tiene una característica: es irreversible. O sea, ya no es posible la Evolución en un sentido diferente. Una prueba de esto es la extinción de los grandes reptiles, dominantes en el Secundario: al desaparecer las características ambientales, desaparecieron también ellos por no poder variar su adaptación, dando paso a nuevas formas de Vida.
Observamos según esto a los mamíferos al final del Terciario: 'Esos miembros llevados al máximo de la sencillez y de la perfección; esos bosques de candelabro en la cabeza de los ciervos; esas líneas espirales en la frente estrellada o rayada de los antílopes; esas defensas pesadas en el hocico de los Proboscídeos; esos colmillos en la boca de los grandes carniceros. Tanta lujuria y perfección ¿no dañan precisamente el porvenir de esas criaturas magníficas? ¿no marcan una muerte próxima de las formas llegadas -cualquiera que sea la vitalidad de su psiquismo- a un callejón sin salida morfológico? Todo eso, ¿no es un fin, más bien que un principio? Sí, sin duda. Pero junto a los Polyclados, los Estrepsíceros, los Elephans, los Machairodus, y tantos otros (animales del Terciario), ¡están aún los Primates!'
3.- Aparición del Hombre.
Con los Primates estamos ya a un paso del Hombre e la escala evolutiva.
En ellos, no encontramos ninguna característica especial, no están adaptados a ningún género específico de vida: Las extremidades no están especializadas ni en la carrera -herbívoros-, ni en la casa -carnívoros-, ni en la excavación -subterráneos-, ni en el vuelo -quirópteros-, ni en la natación -cetáceos-.
Su dentadura es omnívora, sin un desarrollo especial de los incisivos -roedores-, ni de los caninos -carnívoros-, ni de los molares -insectívoros-.
No poseen las defensas de los Rumiantes, ni la agudeza visual de los carnívoros, ni el gran olfato u oído de los Équidos, ...
En una palabra: no presentan especialización, Lo cual, les permitirá una evolución mayor, que es lo que vamos a ver a continuación.
El primer brote se observa en el Atlántico Norte, durante el período Eoceno, en el que probablemente estaban unidas América y Europa por un puente nord-atlántico. Formas muy pequeñas, tipos Tarsioides y Lemuroides, que se desarrollan hacia Sud-América durante el Oligoceno, por la desunión de Norte-Europa y Norte-América; así se establece el bloque platirriniano en América del Sur.
Mientras, en el mismo período, Oligoceno, aparecen en Centro-Africa los primeros antropoides, que se despliegan durante el Mioceno hacia Europa y la costa del Índico. A principios del Plioceno, tenemos establecidas en el Sudeste asiático los antecedentes de los Monos humanoides -Gorila, Chimpancé, Gibón, Orangután-. Y también, cómo no, los del Hombre.
Del final del Plioceno, o incluso pudiera ser del Cuaternario inferior, son los primeros fósiles del Hombre: en Java, el Pithecanthropus; en China, los Sinanthropus. Su cerebro presenta ya un volumen suficiente -800 c.c. el Hombre de Trinil y 1.100 c.c. el Hombre de Pekín-, para pensar en una inteligencia primitiva. De esta época debieron ser las primeras armas de piedra y el fuego. A la vez, el desarrollo de los miembros anteriores, y la cortedad de la cara, suponen un estado superior, dentro de los Primates. Sin embargo tienen aún características que les diferencian grandemente del Hombre actual: El cráneo está muy osificado, no muestra la prominencia posterior y la curvatura es muy abierta; la mandíbula aún no sobresale, y la diferenciación sexual es notable.
'Geológicamente, después del Cuaternario inferior, el telón cae. Durante el entreacto, los restos de Trinil se pliegan. Las tierras rojas de China se agrietan, dispuestas a recibir su espeso manto de Loes amarillo. África se fisura un poco más. Por otra parte, los hielos avanzan y retroceden. Cuando la cortina se vuelve a levantar, hace unos 60.000 años, y podemos ver el escenario, los Pre-homínidos han desaparecido. Y, bajo su decorado, la Tierra está ocupada por los Neandertaloides'.
Poseen un cerebro superior y de ellos datan las primeras sepulturas. Forman dos grupos principales: Unos, aún con la frente baja y las órbitas oculares salientes, el cráneo alargado, sin mentón. Entre ellos, el Hombre se Solo, el Hombre de Rhodesia, y el Hombre de Neandertal. Los otros, más avanzados, con la cabeza más redonda, el mentón naciente y las órbitas menos prominentes. Tales, el Hombre de Steinheim y el Hombre de Palestina.
Y es por fin, en el Cuaternario Superior cuando aparece el Homo Sapiens Fossilis, con la frente elevada, las órbitas reducidas y el mentón saliente, difícil de distinguir del Hombre actual. Incluso se puede decir que es el Hombre actual.
IV.- Aspecto psicológico.
Hemos llegado hasta el Hombre, que, si morfológicamente fue formado por el mismo proceso, no es sólo una especie más; representa una nueva forma de Vida, un nuevo escalón en el progreso del Mundo.
Un escalón que se añade a los ya formados: átomos, moléculas, polímeros, unicelulares, metazoarios.
'Con el Hombre, el desarrollo hasta entonces regular de la Vida ha llegado a un punto crítico. Con el Hombre, el movimiento general de los seres organizados hacia la Consciencia ha atravesado una discontinuidad mayor ... Aunque su organismo permita a los zoólogos rehacer un Primate, el Hombre ha inaugurado sobre la Tierra una esfera nueva, la esfera de los conocimientos racionales, de las construcciones artificiales y de la Totalidad organizada. Entre el Hombre y todo lo que le precedió, existe un cambio de estado, una ruptura'.
1.- El pensamiento.
A semejanza del estrato anterior, la Biosfera, Teilhard llama a éste 'Noosfera', esfera o estrato del Nous, entendimiento.
Ciertamente es la reflexión lo que caracteriza en esencia al Hombre. Vamos a centrar en ella la atención, pasando momentáneamente por alto los demás aspectos de la estructura psíquica -afecto, sentido místico, voluntad, libertad-, que ya trataremos más tarde.
Los animales, indudablemente, conocen. El Hombre, además, Se conoce, sabe que sabe. Esto significa reflexión: el conocimiento se refleja, se conoce a sí mismo. Así, desde el Hombre, la Evolución se guía, además de por la selección natural, por la reflexión. El Hombre, es consciente de su progreso y así -sólo así-, es capaz de dirigirlo.
¿A qué se debe este gran paso?
Indudablemente, a la 'centración' del sistema nervioso: El cerebro aumenta su volumen, cubriendo el cerebelo y los lóbulos olfativos; se hace a la vez más complejo, mediante las circunvoluciones, que aumentan la superficie gris.
Además del desarrollo de la inteligencia, el Hombre cuenta con la mano, con características existentes en los Antropoides: pulgar oponible. De este modo, consigue adaptar los útiles, eludiendo la especialización de sus propios órganos, que podría resultar perjudicial a su Evolución. Es decir, que el Hombre pasa a adaptar el exterior.
2.- El desarrollo psíquico.
La evolución continúa.
EL pensamiento sigue el mismo proceso evolutivo que el resto del Cosmos. 'Cuando por primera vez en un ser viviente, el instinto se reconoce en el espejo de sí mismo, el mundo entero ha dado un paso'.
La reflexión ha ido, pues, desarrollándose, perfeccionándose. 'Eclosión, migraciones, conflictos, sustituciones de cien pueblos diversos; toda esta efervescencia polimorfa y abigarrada ¿Qué es en definitiva, en el fondo de ella misma, sino el juego, siempre el mismo juego, el juego interminable de la ramificación de las formas vivientes que se continúa en medio civilizado?'
El primer paso de este proceso fue, lógicamente, la extensión por todo el orbe. Una nueva especie, que tiende a diseminarse por la Tierra y a dominarla.
La población.
La primera 'onda' expansiva la tenemos en los Pre-homínidos, que ya hemos citado, a lo largo de la costa oeste del Pacífico.
La segunda gran onda se da durante el Paleolítico superior, con gran fuerza debida a la reciente aparición del 'Sapiens'. Se extiende por todo el mundo antiguo, portadora del Arte, y de la industria del hueso y de la piedra.
Y, por fin, el gran impulso Neolítico, en esa época un tanto oscura, simultánea del descubrimiento de la Agricultura. Se dan dos bandas de expansión: una hacia Siberia, que se prolonga por América; otra, por el Mediterráneo. Al comenzar, gracias a la Agricultura y la Ganadería, la vida sedentaria, se pasa 'de lo social difuso a lo social organizado', aflorando con gran riqueza los derechos y los deberes, y comenzando el interés y el gusto por la investigación de los fenómenos naturales.
Y es aquí cuando se abren las puertas de la Historia.
La población ha sido como los primeros hilos que tiende una araña. La forma definitiva, la consolidación de la expansión que realiza la Noosfera corre a cargo de la Civilización.
La civilización.
Al acabar la etapa de población, encontramos una gran heterogeneidad de costumbres y caracteres. El Pensamiento se ha abierto en abanico, desarrollándose según el ambiente. Pronto emergen varios focos de cultura: El Chino, en el río Amarillo; el Indio, el las márgenes del Indo; y el Mediterráneo, en el Éufrates y el Nilo. Aparte de otros, también importantes pero más fugaces, como el Polynesio y el Maya.
La civilización china, apegada a la tierra, pronto llega a punto muerto -como lo prueba su aún primitivo y poco práctico alfabeto-; la india, alcanza un gran desarrollo en otro aspecto, el místico, cuya influencia es aún notoria, pero se pierde en las profundidades del alma, y tampoco resulta eficaz para el progreso.
Y así, quedamos desplazados a Occidente. Allí, en continuas agitaciones y mutaciones, acaba por encontrarse el camino. Los focos se suceden sin interrupción: Susa, Menphis, Hélade, pronto Roma, irán asimilando lo existente y añadiendo nuevas formas.
En estas transformaciones se observa un fenómeno nuevo, inexistente en cualquier otra evolución: la confluencia de las ramificaciones. Una civilización que asimila a otra. Aquí, la evolución ya no es irreversible, debido, repito, a que 'el Hombre, capaz de fabricar instrumentos sin encarnarse en ellos, escapa a la servidumbre de trasformarse para actuar ... El mismo individuo puede ser alternativamente topo, pájaro o pescado'.
El hombre, pues, adapta el ambiente, siempre con la posibilidad de variar esa adaptación.
Una observación más.
Desde la aparición del Homo Sapiens, apenas se ha observado una mayor cefalización. El cerebro parece haber llegado a un volumen no susceptible de aumento. Sin embargo, todo el progreso cultural se ha visto facilitado por las conexiones dentro de la Sociedad, ya económicas, ya físicas, ya afectivas, ...
3.- La convergencia de la Noosfera.
Volvamos a echar una última ojeada a la Evolución: los seres han ido integrándose en unidades superiores, seres nuevos. Estas transformaciones han ido ascendiendo a formas más perfectas, más organizadas.
¿Qué motivos hay para que se detengan en el Hombre? Si puede reunirse en formas superiores, ¿por qué va a detenerse la Evolución?
'En el sistema cuya lógica hemos seguido, la Humanidad no es aún el término del Cosmos, porque aún es múltiple'. Aún permite mayor perfección.
'El Hombre, no el centro del Universo, como habíamos creído ingenuamente, sino, lo que es mucho más bello, el Hombre flecha ascendente en la gran síntesis biológica. El Hombre constituyendo, él solo, la recién nacida, la más fresca, la más complicada, la más matizada de las etapas de la Vida'. Siguiendo la 'Ley de complejificación' ¿no parece lógica la integración de personas en un Ser Social, en una Sociedad personal?
La nueva era.
Teilhard observa en la Evolución contemporánea un particular aumento de la socialización, entendida como 'multiplicación progresiva de las relaciones sociales'. Estamos entrando en una nueva Era:
'Cambios económicos, primero. Por evolucionada que fuera nuestra Civilización, hace sólo doscientos años era aún, fundamentalmente, moldeada sobre el suelo y sobre el reparto del suelo ... Pero, poco a poco, en estos últimos tiempos, a consecuencia de la "dinamización" del dinero, la propiedad se ha evaporado a una cosa fluida e impersonal, tan movible que la fortuna de las mismas naciones no tiene ya casi nada en común con sus fronteras. Cambios industriales, seguidamente. Hasta el siglo XVIII, sólo una energía química conocida: el fuego; y sólo una energía mecánica utilizada: los músculos de los hombres y animales, multiplicados por la máquina. Pero, ¡desde entonces, ...! Cambios sociales, por fin. El despertar de las masas, ...' .
Todo ello nos indica que ha acabado la etapa de expansión, de establecimiento, y entramos en la convergencia de la Noosfera.
Pero, después de este cambio, Teilhard observa los movimientos de masas humanas:
'El Millón de hombres estandardizados en las fábricas. El Millón de hombres motorizados, ... El cristal en lugar de la célula' .
No; no es éste el camino. Como tampoco lo es el Existencialismo, que al pretender la individuación, no integra, sino que descompone.
La integración no debe producir la despersonalización. El aumento de relaciones sociales lleva a lo hiper-personal. Para Teilhard, la 'colectivización' debe ser personalizante para el individuo. Un leucocito sigue siendo una célula a pesar de estar incluido en un cuerpo animal.
En esta época en que van desapareciendo las distancias de nuestro Planeta. Todo lo que acontece es rápidamente conocido por doquier. La progresiva perfección de comunicaciones y transportes aumenta las interrelaciones en la Tierra. En nuestro Mundo, los contactos son cada vez más complejos. La sociedad actual, va adquiriendo una creciente organización. Por consiguiente, una mayor perfección.
La ciencia.
Teilhard prevé una gran importancia de la Ciencia:
La Evolución es un constante BUSCAR: buscar el medio de adaptarse al medio ambiente y al medio de Vida, buscar el camino ascendente en la Evolución. Buscar.
La Ciencia, que en un tiempo fue algo cultivado por unos pocos 'chalados', toma ahora un papel fundamental: se trata de buscar el camino del Hombre y evitar perderse en callejones sin salida. Buscar para saber más. Saber más para poder más. Poder más para ser más.
El resumen de estas trasformaciones de la Noosfera lo tenemos en un párrafo de Teilhard. 'Imaginad en el interior de un sólido comparable al globo terrestre, una onda emergente el Polo Sur al Polo Norte. Sobre la primera mitad del trayecto (hasta el Ecuador) se dilata, mientras que ... más lejos empieza a contraerse sobre sí misma. Pues bien, siguiendo un ritmo muy semejante, se podía decir, parece que se realiza históricamente el establecimiento de la Noosfera. Desde sus orígenes hasta nuestros días, la Humanidad ... ha pasado un período de establecimiento geográfico, en el curso del cual se trataba para ella, en primer lugar, de multiplicarse y de ocupar la Tierra. Y sólo muy últimamente .. han aparecido en el mundo los primeros síntomas de un repliegue definitivo y global de la masa pensante en el interior de un hemisferio superior, en el que sólo podrá irse contrayendo y concentrando por efectos del tiempo' .
V.- Aspecto sobrenatural.
1.- El Amor.
Conforme la persona humana va adquiriendo una mayor consciencia, empieza a desvanecerse el 'sentido de la especie'. Piensa que ha llegado el momento de valerse por sí mismo, de usar su libertad. Así, encontramos la 'Edad de los derechos del Hombre (es decir, del individuo) frente a la colectividad; Edad de la Democracia, simplísticamente concebida como un sistema donde todo es para el individuo y el individuo para todo; Edad del Superhombre, entrevisto y esperado como emergiendo solitario de la masa borreguil' .
¿Qué fuera será capaz de hacer converger a la Humanidad, en esas circunstancias?
Teilhard nos da la respuesta: El Amor.
Amor, por definición, es afinidad de un ser por otro. Como tal, supone una unión, una convergencia.
Pero, por otra parte, es la única manera de integrarse sin perder la personalidad.
'Dos seres que se aman, ¿tiene acaso alguna vez una conciencia más viva de sí mismos que cuando se hallan sumergidos uno en el otro?'
Lo personal, no sólo no se diluye, sino que se exalta con el Amor.
Pero Teilhard espera -¿o desea?- ese Amor llevado a un grado Universal.
'Lo que el Amor obra diariamente, a escala reducida, en la pareja, en el equipo, a nuestro alrededor, ¡por qué no había de repetirlo en las dimensiones de la Tierra?'
Se detiene especialmente en el Amor entre sexos. Busca un Amor más espiritual. No se trata de reprimir el aspecto material: Se trata de desarrollar el aspecto anímico. 'Sin dejar de ser físico, y para continuar siendo físico, el Amor se hará más espiritual' .
Y todo esto lo rubrica con una frase audaz: 'Es un Amor quien construye físicamente el Universo'.
2.- El Punto Omega. Características.
En las diversas etapas, los seres han ido convergiendo a medida que se llegaba a estados más perfectos. Finalmente, las ramas 'debe replegarse en algún sitio futuro en un punto -llamémosle Omega- que los fusione y los consuma íntegramente en sí' .
La Evolución tiene un sentido, siempre ascendente. El término de esas sucesivas agrupaciones, de esos continuos escalones, es Omega.
Al tratar sus cualidades, Teilhard es más metafísico -cosa lógica, puesto que está intentando vislumbrar la realidad futura, donde no puede atenerse plenamente a los hechos-. Veamos las principales.
Los seres tienden a él como fin de su Evolución. Tiene por tanto que ser Actual y Presente, porque de otra manera la Evolución no hubiera avanzado, al no tener término.
La Evolución es irreversible, por lo que Omega debe ser también Irreversible y Eterno.
Debe ser Personal, tanto por ser término de un progreso en que se van formando seres personales, como para ser capaz de atraer a los seres, que nunca se inclinan a lo anónimo.
En el fondo Teilhard identifica Omega con Dios, en cuanto sostiene 'desde arriba' la Evolución del Cosmos.
3.- Libertad, Moral, Pecado.
Y con un pie en la metafísica, vamos a dar un vistazo a algunos detalles del ascenso el Hombre hacia Omega.
La Física nos dice que los cuerpos tienden al estado de mínima energía potencial.
Algo semejante pasa con la organización en los seres. La progresiva unificación se ve retardada por la Entropía -término con que Teilhard designa la resistencia a la Evolución-, que tiende a lo múltiple. Esta 'contra-evolución' es el Mal.
En el Hombre, al aparecer la razón, el posible avance o retroceso resulta consciente. De esta manera, al aparecer la Reflexión, aparece la Libertad. Este es uno de los puntos oscuros de Teilhard; tanto que se le ha tachado de determinista, porque presenta dos tendencias que libran su batalla en el Hombre, peso sin que éste tenga nada que ver.
Así, aparece también la Moral, que le señala el camino del progreso en la Evolución, siendo por tanto el Amor su fundamento esencial. 'Su ley principal es el mayor esfuerzo útil, la lucha contra todo freno y toda inercia' (31).
Y, por fin, Pecado llama al consciente apartamiento de este progreso, al dejarse llevar por la inercia.
Conclusión.
He aquí, pues, básicamente, la obra el Padre Teilhard de Chardin. Representa una gran síntesis, un verdadero sistema ideológico. Gira muy especialmente en torno al Hombre, y sobre todo en torno a su futuro, dando así una esperanza que no existe en los sistemas marxistas, materialistas o existencialistas: La de un porvenir de Amor.
Si Jesús de Nazaret difundió una doctrina Moran ensalzando el Amor, Teilhard lo ensalza con una teoría Científica.
¿Podemos añadir a Teilhard a la lista de grandes pensadores?
Notas al vocabulario.
Teilhard introduce en su obra conceptos totalmente nuevos. Muchos de ellos van siendo tenidos en cuenta por los intelectuales de todas las ramas.
He creído conveniente este pequeño apartado, para facilitar la comprensión de su pensamiento.
COSMOGENESIS.- Fenómeno global de la Evolución del Universo. Presenta al Mundo en constante transformación.
ENTROPIA.- A semejanza el concepto físico, Teilhard llama Entropía a la 'resistencia' de los seres a la Evolución; a la tendencia a lo múltiple, en vez de a lo uno.
BIOSFERA (de Bios, vida).- Teilhard lo entiende como 'la capa de sustancia vitalizada que envuelve la Tierra'.
CEFALIZACION.- Tendencia del sistema nervioso a evolucionar, concentrándose en la cabeza. En los mamíferos superiores se observa además la CEREBRACION, que es el enrollamiento del cerebro sobre sí mismo.
NOOSFERA (de Noos, espíritu).- Envoltura pensante de la Tierra. Se hace progresivamente más densa a causa del aumento e hombres, de la calidad de su espíritu y de las relaciones entre ellos.

PENSAMIENTOS DE TEILHARD DE CHARDIN.


El fenómeno humano – Teilhard de Chardin
Hyspamérica Ediciones – Buenos aires – 1994.

Dice Theilhard: Para ser comprendido de una manera correcta, el libro que presento a mis lectores pide ser leído no como se tratara de una obra metafísica, y menos aún como una especie de ensayo teológico, sino única y exclusivamente como una Memoria científica. La elección misma del titulo así lo indica. Solo el fenómeno, pero también todo el Fenómeno.

La activación de la energía – Teilhard de Chardin.
Taurus Ediciones – Madrid – 1965.

Dice Teilhard: Han sido precisos centenares de siglos para que el hombre poblara simplemente la tierra y la cubriera con una primera red. Le han hecho falta también otros milenios para construir, al azar de las circunstancias, en esa copa originalmente flotante, núcleos sólidos de civilizaciones, que irradian a partir de centros independientes y antagónicos. Hoy en día esos elementos se han multiplicado, han crecido; se han estrechado y forzado los unos contra los otros, hasta el punto de que una idea de conjunto – se ha convertido económica y sicológicamente en algo inevitable . Al hacerse adulta, la Humanidad ha empezado a sentir la necesidad y la urgencia de formar solo cuerpo consigo misma.


P. IGNACIO SÁNCHEZ UGARTE ss.cc.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me halaga que se cite un trabajo mío de juventud, y que se transcriba completo. Lo elaboré en 1969, a mis 17 años, y dicen que es una buena síntesis. Por supuesto, ha condicionado mi visión del mundo.

Anónimo dijo...

- Su aliento huele a flores ... o que las flores huelen a que debido a que sopló sobre ellos ? - El hombre más interesante del mundo